Corría el año 2045 y por los altoparlantes de la Clínica de Transplantes Totales y Parciales de la ciudad de Basura Radioactiva, la secretaria robótica, llamada Silicum expresó a viva voz, que comenzaba a atender la doctora Voyporpolvo y que curaría los injertados por orden, siguiendo los números atómicos de la tabla periódica de los elementos de Mendelejef, que coincidan con los tres últimos números de sus seguro social.
El lugar uno de los más importantes del planeta, ofrecía un listado de interminables posibilidades de simbiosis metálicas automatizadas de humanoides y animales de todo tipo para auto, hetero, u otros tipos de transplantes.
Extraordinarios trabajos, se habían desarrollado en La Clínica a travez de los tiempos, como ser “La mano que rasca”, Un ojo normal y el otro a 45 grados para ver en todas direcciones, La Cola a las vacas y otros animales en el medio del lomo para que espanten insectos de cabeza y cuello y no sólo de los cuartos traseros, La Vejiga transitoria, para uso en viajes o espectáculos al aire libre, y que instalada en la ingle por punción por el tiempo que fuera necesario, confeccionada con reservorio de cerdo.
Mientras Silicum, conversaba con la segunda secretaria una humanoide con la cara de Angelina Jolie y la piel de la muñeca Linda Miranda, se la escucha decir :

―Viste al Sr. Cabello dijo en su tono agudo, viene por un transplante total de pelo con raya al medio aún en zonas erógenas.
También era frecuente observar injertos de animales a humanos y viceversa, el dr. Parnaso, tenía anotado un injerto de trompa de elefante para realzar el olfato de un sommelier de vinos de la zona de Mendoza que era su paciente. Por otra parte era muy frecuente la prolongación del miembro viril con anguila para la raza de color y pez palo para los blancos, sin ninguna connotación peyorativa.
Entre los transplantes parciales figuraban riñones, corazón, hígado, etc. Estas tareas ya se realizaban a principio del siglo, pero se le agregaron pequeñas variantes. Un paciente muy pusilanime que necesitará un riñón pero solo orinaba por vergüenza en su baño, se le injertaba un Sobaco-riñón que con solo levantar ligeramente el brazo, orinaba en la pileta cuando se lavaba las manos sin que nadie se enterara.
Además la Clínica podía injertar unos labios pintados con laca permanente que garantizaban 3000 chupones ininterrumpidos.
Para la laringe se logró sintetizar un chip para políticos, con discursos zanata que no significan absolutamente nada, pero ocupan desde media hasta dos horas de pelotudeo, todos gravados por locutores profesionales.
Uno de los luthiers de la Clínica, el Dr. Suculillo, fabricó un “músculo modulador”, para introducir en el ano, que convierte el más repulsivo gas en aroma a lavanda y transforma el sonido grave de corno inglés en una dulce melodía de flauta de pan con arreglos de Paganini.
En la actualidad se llevan colocados unos 300, siendo el mayor problema la medición respectiva de los culos asignados al tratamiento.
Lejos de la utilización del Viagra ya hacía unos 30 años, el Dr. Vergatiesa, uno de los socios principales de la Institución había inventado el “Rayo retráctil Inigualable” que se utilizaba desde los 12 hasta los 105 años, edad que había logrado llegar la humanidad frecuentemente en aquella época. Consistía en una vara de fibra de carbono, introducida en el miembro prácticamente sin dolor de unos dos centímetros de largo por tres milímetros de diámetro. El organismo lo fijaba con fibrosis en la zona más profunda y que con una simple conexión del teléfono más un código, dosifica la medida a la cual se quería alcanzar en la prolongación solo con tocar su número correspondiente desde el bolsillo del pantalón, y apretar enter este rayo-pene era muy sensible debiendo tener cuidado el usuario de no introducir primero un signo negativo, por la posibilidad de la autoestimulacion pero anal, generalmente en estos casos había que corregir la voz finita.
Cuando ya la tarde caía, una de las secretarías aviso que el dueño de todo el complejo se había llegado al consultorio para su curación, por haberse implantado una cabeza extra, de un contador, en la zona derecha de su cuello, ya que siempre había manifestado que un cerebro solo le impedía contabilizar la guita que le entraba por la institución.

Mauricio Carlos Moday

(1945-2018) Escritor y poeta de City Bell, Buenos Aires, Argentina.