3° Premio del Certamen de Verano 2020 en “Cuento o Relato Corto”

El hombre saca del bolsillo, el telegrama que recibiera horas antes, vuelve a leerlo:
“Llego a las veinte. Después de tantos años, te abrazaré”. Adrián.
Guarda el papel. Apura de un trago la ginebra, y sale del cafetín…
Afuera la llovizna le cruza la cara con su helado cachetazo… El reloj de la iglesia da nueve martillazos; a lo lejos entre el velo sutil de la garúa, las luces de la urbe semejan un mundo insólito y fantástico…
Apurado por el retraso, corta camino por el bajo de las vías, en esa periferia lóbrega y misérrima…
Obnubilado por los sopores del alcohol, Telémaco Gonzáles se detiene, trata de encender un cigarrillo. Lo logra, y al aspirarlo la roja pupila del pucho, ilumina el ceño torvo de su cara aindiada, casi oculta entre el cuello levantado y el ala gacha del chambergo…
De súbito se pone tenso… alguien se acerca… la figura borrosa, se va haciendo nítida al aproximarse a la titilante luz del foco…
Muerde un nombre entre los dientes y, el costurón de una herida en el costado, le está exigiendo revancha; se palpa la cintura y maldice la ausencia del cuchillo…
En el suelo busca a tientas, hasta que su zapato tropieza con un palo, lo empuña, lo sopesa, es manuable y resistente… Se agazapa y tensa los músculos, como un félido en acecho…
El bulto ya está encima… Pasa. El emboscado se levanta y, zumba el garrotazo…
Acusando el terrible impacto el desconocido se derrumba y, el turbión de la muerte abate sobre él su loca furia… el garrote, tinto en sangre, golpea una y otra vez hasta que con un crujido sordo estalla el cráneo…
Jadeante el agresor suelta el palo y, como un puma satisfecho arrastra la presa hacia un costado. Lo da vuelta y, dice soltando su encono:
¡Se terminó el Hugo Gallardo! ¡Me la pagaste, perro!…
Le arrima a la cara la débil llama del encendedor… Y en esa maza sanguinolenta y deforme, el ojo negro de un lunar sobre la piel amoratada, le grita su bárbaro error…
El asesino se empapa de sudor y, presa de la desesperación y del pánico, con los ojos desorbitados, huye hacia la luz…

Y rindiendo tributo a la marginalidad y a la barbarie, el cuerpo de Adrián Gonzáles queda tirado, como una flor tronchada, por la mano furibunda de Caín…

Argentino Moreira Ramos
(Casilda, Santa Fe, Argentina)