A mi esposa, con cariño…

No te apegues a las cosas,
porque son perecederas,
consérvalas mientras puedas,
pues tienen la vida corta
tenlas, úsalas y gózalas
disfruta de su lindeza.
Fíjate: hasta las estrellas
rutilantes y orgullosas
inalcanzables, preciosas
fenecerán pese a ellas,
pese a su orgullo y belleza…
¡No te esfuerces Ana Rosa!,
tus cosas sólo son cosas,
morirán sin dejar huella.

Te equivocarás si esperas
que siempre sean hermosas,
estupendas y dichosas;
por poderosa que fueras
lo quieras tú o no lo quieras,
tendrán siempre vida corta.
Sólo la muerte, ominosa,
es la eternidad, de veras,
aun cuando tú dispusieras,
si pudieras, otra cosa…

¡La vida de color rosa,
siempre será una quimera!

 

Por Astolfo González Erloz
(Córdoba, Argentina)

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